Y llegamos al campo de la medición de la inteligencia o del talento.
Hasta ahora, se han sobrevalorado los llamados test de inteligencia (CI), que pueden predecir el éxito escolar de una manera considerable, pero no dan ninguna pista acerca del “éxito” en la vida, pues estos test únicamente miden capacidades lógico-matemáticas o lógico-lingüísticas. Aquí la aportación de Gardner ha sido sustancial y comienza a influir en muchos sistemas educativos, existiendo experiencias concretas en nuestro país en Cataluña y Cantabria (que conozca, pero habrá más seguro).
Necesitamos el acuerdo y la colaboración, entre padres, educadores y niños/as.
Padres que renuncien a influir y marcar caminos a sus hijos, dejando el espacio y observándolos sin prejuicios; peguntando y proponiendo. Y educadores que asuman el rol de descubridor de talentos, acompañando y estimulando al educando, constatando preferencias y registrando las habilidades manifestadas.
Una vez que los padres y el educando, tomen conciencia de lo que hace bien de forma natural, y disfruta haciéndolo, llega el momento de ayudar al niño y niña a que se lo crea, a que lo vea como algo valioso, y comenzar a invertir en esa dirección para aportar lo mejor que son, y tienen, a la sociedad.
Llegados hasta este punto, podríamos establecer que estos talentos o facultades singulares, tienen una predisposición biológica y que una vez identificados y constatados, con estímulos y entrenamiento adecuado, pueden producir resultados notables. Y a partir de aquí, la constancia, la motivación o la pasión que el individuo aporte durante su vida, lo es todo.
Muchos talentos pasan hoy desapercibidos en la escuela, por una visión estrecha, entendiendo que el educando tiene que estar supeditado al sistema, siguiendo unos itinerarios y pruebas previamente establecidas sin dejar lugar para establecer otras miradas. Es el sistema el que tiene que estar al servicio de niñ@s y adolescentes y mientras no lo entendamos así, nuestra sociedad perderá oficios y actividades que desaparecen, y otras que no “existen” con reconocimiento oficial y sobre todo, nos perderemos que cada persona se dedique a aquello para lo que está dotada de manera natural; que sea feliz y disfrute con lo que haga.
Mientras hablamos, multitud de jóvenes se matriculan en estudios que prevén les proporcionarán profesiones y ocupaciones teóricamente más rentables y seguras, con el resultado de esperado de desempleo, infelicidad y frustración.
Asistimos a un momento especialmente grave en el que el desconcierto y la incertidumbre se apoderan de gobernantes que no saben como actuar con eficacia. Más que nunca buscamos personas lúcidas, seguras y conscientes de su talento para hollar otros caminos y buscar alternativas.
No podemos desperdiciar más talento y es una hermosa tarea dedicarnos a acompañar a niños y adolescentes en su descubrimiento.
Antonio Ángel Pérez Ballester
(1) Alberto Sánchez Bayo, Arqueología del Talento
(2) Psicobiología del talento. Desarrollo del talento. AEDIPE y PEARSON PRENTICE HALL.2008